Busco abstraerme lo suficiente de mí mismo, callar mis pensamientos, olvidar
todo lo que soy y quiero ser; y sentir, acariciar la vida que hay a mi
alrededor, oler su fragancia, abrazarla sin remordimiento.
miércoles, 28 de diciembre de 2011
domingo, 11 de diciembre de 2011
Melancolía Hill
Dentro de un millar de abejas, se transportó lejos del mar,
las olas quedaron atrás, oscuro es el día.
Llueve a través de las cortinas del pensamiento, nublado, un
rayo de luz intenta penetrar, un rayo de luna, hojas secas, polvo en la lejanía.
Muere su última resistencia, ángeles de hierba, mariposas de
papel, una tijera rasga mi seda piel. Mis dedos siguen el ritmo de la guitarra,
bienvenidos a Melancolía Hill, una canción en mis zapatos. El rastro de su
sonrisa, fugaz, asustadiza se mueve entre malezas, prados, marrón, señor negro
se esconde de mí, ojos saturados de océanos invisibles, un sonimbulo, fantasmas
atrapados.
Niños sin rostros, tiempo sin botas, verdades con sucias
entre troncos blancos. El refulgir de sus caras inunda el valle tómatelo con
calma. Aquí en Melancolía Hill no se oye el mar solo los huesos de sus hijos,
cuervos sin alas, sangre corre silenciosa, ojos, flores marchitas, verde es su
corazón, en el páramo ya no crece, sus hijos se secan, huesos la tierra no
tiene huesos con los que quedarse.
Oscuro el dia, las olas quedaron atrás, se transportó lejos
del mar, un millar de abejas dentro de mí.
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